La precariedad económica de las personas en las circunstancias actuales alcanza una dimensión y extensión que conduce a quienes afecta no sólo a la pobreza, sino incluso a la exclusión social. Llegados al estadio de la exclusión, aún cabe un escalón más: La marginación. El fenómeno no puede reducirse a la dimensión socio-económica. la exclusión social es una situación multifactorial que procedemos a analizar desde la perspectiva psicológica y de intervención psicosocial.
Se considera que la pobreza hace relación a una situación de desigualdad económica caracterizada por un nivel de ingresos inferior a la mitad o menos de la media de ingresos que perciben en un contexto concreto hogares o personas. Y a un paso más, se encontraría la exclusión social. Inicialmente, la exclusión social quedó asociada al estado de desempleo e inestabilidad de los vínculos sociales que tiene toda persona.
En muchos casos, los servicios sociales y públicos constituyen los recursos finales para una supuesta reinserción social, previos o próximos a la resocialización e indigencia. Entre estos servicios públicos se encuentra las bibliotecas. Un cierto número de usuarios, que quizás hayan conocido funcionamientos psíquicos, relacionales, económicos y sociales normalizados previos: una vez privados de tales condiciones que posibilitaban su inserción, se derrumban y encaminan a la indigencia.
TIPOS DE EXCLUSIÓN SOCIAL Y DE POBREZA.
Sin techo.
- Vivir en un espacio público (sin domicilio).
- Pernoctar en un albergue y /o forzado a pasar el resto del día en un espacio público.
Sin Vivienda.
- Estancia en centros de servicios o refugios (hostales para sin techo que permiten diferentes modelos de estancia).
- Vivir en refugios para mujeres.
- Vivir en alojamientos temporales reservados a los inmigrantes y a los demandantes de asilo.
- Vivir en instituciones: prisiones, centros de atención sanitaria, hospitales sin tener donde ir...
- Vivir en alojamientos de apoyo.
Vivienda Insegura.
- Vivir en una vivienda sin titulo legal (vivir temporalmente con familiares o amigos de forma involuntaria, vivir en una vivienda sin contrato de arrendamiento-se excluyen los ocupas-)
- Notificación legal de abandono de la vivienda.
- Vivir bajo la amenaza de violencia por parte de la familia o de la pareja.
Vivienda Inadecuada.
- Vivir en una estructura temporal o chabola.
- Vivir en una vivienda no apropiada según la legislación estatal.
- Vivir en una vivienda masificada.
Pero como podemos combatir esta exclusión social:
La pérdida del hogar implica una ruptura profunda en la vida de la persona, sus expectativas personales y las estructuras sociales. Existen colectivos entre los que se hace más hincapié de efectuar la prevención, tales como:
- Centros penitenciarios.
- Centros sanitarios ( hospitales de larga estancia, centros de tratamiento psiquiátrico y de atención a las toxicomanías).
- Centros de protección de menores.
- Fuerzas armadas.
- Inmigrantes.
Aunque los recursos asistenciales existen, se dan grandes diferencias en el soporte social y sanitario entre los distintos ámbitos en que se realizan las intervenciones con personas sin hogar. Normalmente, consisten en soluciones de emergencia que contemplan el alojamiento y afrontamiento de las necesidades más perentorias ( sitio donde dormir, comer, ducharse y permanecer ciertas horas).
También las infracciones a las necesidades del usuario son frecuentes en términos de higiene, intimidad ( baños, duchas, servicios, dormitorios comunitarios ( ruidos, trasiego de nuevos usuarios y acoplamiento en plazas libres), problemas relativos a la seguridad personal. A cambio se les exige una actitud de reinserción, de colaboración mínima. Obviamente, los procesos más variables, son los relativos a la desestructuración personal que viven las personas que se encuentran en la calle. De ahí, que las prácticas institucionales existentes tengan un alto grado de fracaso y, uno de los sitios de los que no pueden ser desalojados son los espacios existentes en las bibliotecas, durante el horario de apertura al público.
Hay pruebas que apuntan que cuando se considera que la identidad estigmatizada es en cierta medida controlable ( desempleo, toxicomanías u obesidad), la discriminación basada en grupos tiene un efecto más perjudicial en el bienestar que la discriminación dirigida contra aquellos con un estigma incontrolable (raza, género).
De hecho, es más probable que tanto los individuos como los perpetradores perciban que el tratamiento negativo basado en grupos es legítimo si se dirige a personas con estigmas controlables en comparación con los estigmas incontrolables.
Debido a que el estatus de vivienda se percibe como algo bajo el control de un individuo, es por lo que a menudo se considera que las personas sin hogar son responsables de su falta de vivienda adecuada y, es posible que las personas sin hogar se enfrenten a formas altamente legitimadas de discriminación, lo que amplifica las consecuencias negativas para su bienestar.
A pesar del hecho de que las personas sin hogar son percibidas como personas con dificultades y a que necesitan atención y compasión, también hay evidencias de que las personas sin hogar no son percibidos como muy humanos en cuanto a su alma.
Esto provoca el peor tipo de prejuicio, asco y desprecio, y puede hacer que las personas sean funcionalmente equivalentes a los objetos. Esto incrementa, aún más, la legitimidad percibida del tratamiento negativo contra las personas sin hogar y, a su vez, compromete la capacidad de un individuo para hacer frente a la discriminación.
Las personas sin hogar a menudo no sólo son discriminadas por su estado de vivienda, sino que también sufren discriminación por otras razones.
Estas personas también suelen experimentar enfermedades mentales / drogadicción...
Debido a que estas personas sin hogar afrontan una discriminación que se percibe que legitima atacarlas por muchas razones diferentes, predecimos que el bienestar de estas personas se verá afectado negativamente.
Cómo ayudar a combatir esa exclusión social:
Aunque el momento actual es muy complejo, parece necesario que las administraciones y trabajadores de este sector apoyados por los técnicos municipales y de los servicios sociales hagan un esfuerzo para proporcionar los servicios públicos que estos usuarios puedan demandar:
- La Alfabetización informacional y digital gratuito muy básicos ( que no les supondría coste adicional).
- Manejo de herramienta ofimáticas : Word, e internet, manejo del correo, y de webs ( adjuntar, descargar, guardar...) que sirve de domicilio digital.
- Establecer normas: Pocas y muy claras y menos discrecionalidad en su aplicación.
- No discriminar ni depender del trabajador de turno.
- Proporcionar al personal formación continuada en el trato que debe dispensarse al público en general, y ante situaciones concretas y particulares.
- Elaborar una carta de derechos del usuario o código de buenas prácticas en atención al usuario ( junto a las acciones encaminadas a la prevención y seguridad de los trabajadores: objetos potencialmente lesivos, actitudes o formas de abordar y dirigirse a los usuarios, distancias, lenguaje corporal..).
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