-LA FALACIA DEL QUIETISMO- ¿ EL QUE CALLA OTORGA?-.







Hay quien piensa que cuando nos callamos en medio de una discusión es porque entendemos que no tenemos razón. En ocasiones, el silencio es el recurso comunicativo más inteligente.

No todos los silencios son sinónimos de otorgar la razón a la otra persona, en ocasiones quien elige callar lo hace para no alimentar lo que no tiene sentido. A muchos nos habrá pasado que iniciamos una conversación con otra persona y al cabo de un rato iniciamos una discusión y optamos por guardar silencio para conservar la calma. 

Una falacia hace referencia a un engaño oculto debajo de alguna dimensión.  El que calla otorga, quien guarda silencio consiente. 

Quienes no protestan aceptan la realidad que nos rodea. En nuestro día a día hay muchos temas sobre los que no decimos nada ni nos posicionamos, pero ante los que no estamos de acuerdo.

Callar no es consentir aunque muchas personas piensen lo contrario. Influyen factores como el miedo, el bloqueo, la indecisión, el qué dirán... Quién no alza la voz no significa que esté de acuerdo con un tema en concreto.

Vivimos en una sociedad, en un mundo acostumbrado al ruido, a la extroversión. Quien hace uso de la discreción y recurre más a los silencios solemos decir que es inseguro, tímido, de carácter débil y aburrido. Quien calla otorga y pierde.

Pero el silencio nos revela más de lo que creemos. El quietismo fue un movimiento místico del siglo XVII que rechazaba toda forma de violencia y que defendía la perfección del alma a través de la contemplación. El silencio era una forma de virtud y una manera de ir en contra de la represión y de todo tipo de maldad. No hablar, no expresar e incluso no actuar revelan en realidad múltiples significados que no todos aprecian ni comprenden.

Los silencios esconden ilusiones, miedos, inquietudes, confusión, resignación. Los silencios arrastran una marea de emociones. 

Confundimos el silencio con el consentimiento y caemos en la falacia del quietismo.

La falacia del quietismo se trata de argumentos que no guardan relación con las ideas expuestas, pero a menudo recurrimos a ellos para obligar a nuestro interlocutor a aceptar la validez de una tesis no del todo real.

Algunas falacias manipulan los hechos, recurren a la ambigüedad o a la ausencia de significado tras las ideas para confundir y malinterpretar las palabras. También se la conoce como la falacia de la reserva.

Estar con alguien, sin decir nada, suele generar un silencio incómodo, lo que nos genera ansiedad y nos empuja a romper ese silencio con algún tema de conversación por muy banal que resulte. 

El silencio nos atemoriza porque trae consigo una serie de carencias, significados ocultos y peligros que no sabemos gestionar. Tememos a lo no dicho porque nos genera inseguridad e incertidumbre.

El silencio es una decisión comunicativa. Decidimos qué callar y qué decir, practicamos la autocensura cuando nos callamos cosas que podían herir a los demás o a nosotros mismos/as pero cuando ese silencio viene impuesto por los demás se trata de represión o censura.

A veces callamos porque tememos a las consecuencias de nuestras palabras y así poder evitar un conflicto. A fuerza de callar nuestras ideas y emociones alimentamos situaciones que pueden llegar a ser más dañinas que el mismo problema en su inicio y así terminamos convirtiéndonos en rehenes de lo que callamos en todos los ámbitos de nuestra vida, lo que es perjudicial para nuestro equilibrio mental.

En ocasiones, guardar silencio da más fuerza a lo que callamos. A veces un silencio dice más que mil palabras, pero en otras ocasiones no es así. 

El silencio es un arma poderosa que muchos no saben utilizarla y se rompe ese silencio, porque la palabra puede despejar las dudas. A veces no encontramos las palabras más idóneas para expresar lo que sentimos, pero lo importante es dejar clara nuestra postura.

Se trata de encontrar la vía para que los demás puedan entender mejor como nos sentimos o qué pensamos, defender nuestras convicciones y no ceder paso a las personas  que puedan malinterpretar nuestros silencios bajo el lema " el que calla otorga", por eso hay ocasiones que es mejor romper ese silencio.





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