-MUJERES QUE ODIAN A MUJERES-
Hay mujeres que odian a otras mujeres, que ejercen el acoso a otras mujeres en todos los ámbitos de la vida. A veces, la misoginia también tiene nombre femenino. Por ejemplo en colegios e institutos es frecuente ver como grupos de niñas acosan a otras. También en los entornos laborales, aquí el desencadenante principal es la competitividad y también en los últimos tiempos esta sucediendo en las redes sociales amparadas en el anonimato. Bien es cierto, que no podemos llevarnos bien con todas las personas que conozcamos a lo largo de nuestra vida y establecer un vínculo afectivo con ellas. Es normal tener diferencias y mantener distancias, pero también es comprensible saber convivir y respetar. Las mujeres que odian a mujeres, lejos de ser solidarias o de establecer un entorno de sana convivencia, tejen otro tipo de agresión, una más silenciosa. Esta, es uno de los tipos de agresión de las que menos se habla.
Existe un falso mito que afirma que toda mujer es amable, cariñosa y protectora a su vez de otras mujeres. Si hay alguien capaz de hacerles daño, es el hombre. Esto es completamente falso. Desde muy pequeñas, las mujeres saben que no todas las niñas van a ser sus amigas y van a tener dificultades. Las niñas aplican un tipo de acoso indirecto, son más tendentes a las burlas, a escampar rumores y ejercer el acoso psicológico. Hay figuras femeninas que actúan como carceleras y agresoras.
Excluir es la táctica más utilizada en las mujeres que odian a mujeres. Podríamos decir que lo hacen por envidia. Así por ejemplo en el entorno laboral pueden aparecer conductas de acoso a la empleada más atractiva o la más competente, inteligente y popular.
La competitividad femenina es todo un clásico a la hora de dar razones para entender la agresividad femenina entre iguales. Las mujeres son expertas en excluir a otras, ya sean en círculos escolares, laborales, sociales...
Normalmente, las mujeres que odian a mujeres, no se valen de la violencia física, sus tácticas son más sibilinas e indirectas. Las conductas de odio siempre tienen su origen.
El comportamiento agresivo rara vez es casual. En buena parte de los casos, se explica mediante el aprendizaje social y el modelado. En ocasiones, muchas de estas mujeres han sido creadas y educadas por una madre hiriente y narcisista que le ha servido de modelo. Es muy fácil repetir esas pautas sino existe otro referente.
Reaccionar con violencia contra otras mujeres motivada por su propia insatisfacción y baja autoestima es otra posible causa.
Términos como ambición, presión social, competitividad...suceden muy a menudo en nuestro entorno laboral. Hay mujeres que en su afán por ascender en la empresa, no dudan en anular a otras mujeres que le puedan hacer sombra. Muchas sienten que tienen que demostrar más y ser más competentes que los hombres para acceder al mismo puesto y en ese proceso, excluirán sin dudarlo a otras compañeras.
Son precisamente estas actitudes las que nos impiden avanzar en toda nuestra sociedad. Hay que educar para saber convivir, sin competir, sin pisarnos unos/as a otros, sin agredir...brillemos pues sin apagar la luz de nadie.
Hay quien dice que la amistad entre mujeres es la más difícil de tener y sobrellevar en el tiempo, porque siempre están compitiendo. ¿Será cierto?.
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